Para maniobrar correctamente es muy importante saber hacer nudos. No hay que romperse la cabeza aprendiendolos todos, por lo menos al principio para no desanimarse. Los imprescindibles son cuatro, pero hay que saberlos hacer perfectamente. Todavía se ve a mucha gente que pretende saber navegar a vela, y se encuentra en un apuro cuando tiene que amarrar algo.
Me acuerdo siempre de una llegada al puerto de San Sebastián, yendo de tripulante a bordo de un yate francés. De esto hace muchos años, porque se trataba de mis primeras salidas al mar. Había que pasar una amarra al muelle. Saltamos dos al chinchorro (en aquella época los chinchorros rígidos eran obligatorios en las regatas de altura). Yo, el benjamín de la tripulación, me puse a los remos, y el otro, un señor que navegaba desde hacía muchos años, se instaló a popa, llevando el chicote del cabo que iban largando desde a bordo. Le desembarqué en la escalera con su cabo, y no fue capaz de amarrarlo a la anilla. Al final tuvo que ayudarle un español. Era un día de fiesta para las gentes del mar, y los muelles estaban abarrotados. Pasé mucha vergüenza pensando que todo ese gentío se llevaría una opinión muy pobre de los navegantes franceses. Sin embargo, en este episodio, aparte del momento de vergüenza -que todavía no se me ha pasado, no se corría ningún peligro. Pero, a veces se pueden ocasionar accidentes, al menos materiales, por culpa de un amarre mal hecho, o de un nudo que no se hizo a tiempo.
Probablemente el nudo que más se utiliza es el as de guía. Se emplea a cada momento, y es el que hubiera tenido que saber aquel tripulante en el puerto de San Sebastián. Es el que se utiliza para hacer una en el extremo de una amarra que después se encapillará a un noray. También es el que servirá para poner las escotas del foque, para hacer un nudo corredizo, y en otras mil ocasiones. Las ventajas de este nudo son su seguridad y su facilidad para deshacerse, incluso si se ha apretado mucho. Al hacerlo hay que apretarlo bien con la mano. Muchas veces no se toma esta precaución, y el resultado es que el nudo puede resbalar antes de estar bien apretado, o deshacerse si, por ejemplo, es sacudido por una escota que golpea antes de que empiece a trabajar, o incluso puede apretarse mal y, si ha trabajado mucho, solo se podrá deshacer con herramientas y tras un cuarto de hora de trabajo. Así que nada de ases de guía chapuceros; aquí como en toda maniobra, el trabajo ha de estar bien hecho y bien acabado. Se ahorran muchas molestias cuidando lo que para algunos son detalles, pero que en realidad son cosas muy importantes.

El nudo de vuelta de escota se utiliza para enlazar dos cabos náuticos. Algunos emplean para esto el nudo llano, pero éste debe ser completamente desterrado de a bordo. Si los dos cabos no son del mismo grosor, el nudo llano resbalará, y si está muy apretado no se podrá deshacer jamás. El nudo de escota acabará con todos estos problemas.
También hay que conocer el medio cote, de uso corriente en los amarres. Normalmente se hacen dos, y hay que vigilar que las dos vueltas se hagan en el mismo sentido. Si se ha de poder deshacer fácilmente, habrá que hacer los dos medios cotes con el cabo en doble. Encontrarás los mejores accesorios náuticos en www.barcos.online
Queda aún el ballestrinque, que son dos medios cotes hechos sobre un objeto rígido, en vez de ser hechos sobre el mismo cabo.
Como puede verse, no son difíciles de aprender y son suficientes para la mayoría de los casos.
Como una opción mas, añadiré una operación estrechamente relacionada con los nudos: abozar.
Por ejemplo: si dos cabos están amarrados en la misma cornamusa y queremos soltar el de abajo, primero habrá que quitar el de arriba. Si éste está trabajando, tal vez haya demasiada tensión para aguantarlo con la mano, incluso por poco rato. La solución estará en colocar una boza con lo que se mantendrá la tensión sobre el cabo aunque se suelte de la cornamusa. Si el escotero del foque está mal ajustado y se quiere desplazar sin amollar completamente la escota, se colocará una boza sobre la escota, lo que permitirá que el foque siga trabajando e impedirá que la escota golpee violentamente mientras se desplaza la polea.
Para hacer una boza se tomará un trozo de un cabo cualquiera, procurando que sea bastante flexible. Está hecho a partir de un cabo trenzado de 24mm. Sigue siendo suficiente sólido y así adquiere una gran flexibilidad, ideal para que agarre sobre otro cabo.
Se fija un extremo de la boza a un punto del barco por un as de guía. y se amarra el otro extremo sobre el cabo en tensión. Para ello se darán dos vueltas alrededor de éste con la boza en dirección al punto de partida. Después se volverá hacia el otro lado haciendo girar la boza en sentido contrario a las vueltas anteriores. El resultado serán cuatro o cinco vueltas en unos 50 cm., que habrá que completar con dos medios cotes. Entonces se podrá amollar suavemente el cabo para que la boza se vaya apretando progresivamente. Cuando la boza, esté tensada se podrá amollar el cabo y hacer con él la operación deseada. Por último, no creo que nadie pueda considerarse un marino, sin saber hacer algunos trabajos de velería y empalmes. El aficionado medio, que navega en un pequeño crucero y que puede recurrir con facilidad a los servicios de un velero, puede ahorrarse estos conocimientos, aunque le serían muy útiles. En cambio son imprescindibles en la navegación de altura. Los hilos de las costuras, a la larga se gastan, y habrá que saber volverlos a coser cuando se rompan. Existen cintas reparadoras de velas que te sacarán de un gran apuro También es necesario saber hacer el punto de cruz para reparar un desgarre. De no ser así, uno se arriesga a quedarse sin velas útiles al cabo de un cierto tiempo de navegar.
De la misma forma, si se quiere mantener en buen estado la jarcia de labor, habrá que conocer los diferentes tipos de empalmes en cabos y cables náuticos.